Notas de lo efímero/Notes on ephemeral (2011) 28 min.

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A modo de un cuaderno de notas sobre la estancia del realizador en la pensión Eslava, en el casco antiguo de Pamplona, estas Notas de lo efímero están filmadas como se vive: sin volver atrás, asumiendo los errores, asomándose a vidas fugaces que llegan y se van, como apuntes sobre el inexorable paso del tiempo.

Like a travelogue of the filmmaker’s stay in the pension Eslava, in the old quarters of Pamplona, these Notes on ephemeral are filmed like life itself: no turning back, accepting mistakes, peering into fleeting lives that come and go, like notes on the inexorable passage of time.

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Idea y realización/Idea and direction: Chus Domínguez. Colaboración en la escritura de los textos/Collaboration in text writing: Carlos Rod. Mezcla de sonido/Sound mixing: Juan Marigorta. Colaboración en la postproducción de imagen/Collaboration in postproduction: Marino García. Música interpretada por/Music played by Giusepe & Catalin y Mars Yamalov. Distribución/Distribution: Rosabel Muñiz. Producción/Production: INAAC/Festival Punto de Vista (Proyecto X Films 2010).

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Premios/Awards

Proyecciones/Screenings

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Reseña en Blogs&docs. Germán Rodríguez.

Notas de lo efímero
A través de un escrupuloso proceso de ensamblaje diacrónico, convertido en premisa del filme, se elimina todo margen posible de manipulación a posteriori y reescritura, con el fin de subrayar la subjetividad concreta en un día concreto.

Puede ser útil indicar, antes de entrar en algunos de los pormenores de la películaNotas de lo efímero, el punto de partida que la hizo posible. Fue en febrero de 2010 cuando, dentro de la sección Heterodocsias: Proyecto X Films, el Festival Punto de Vista eligió a Chus Domínguez de entre otros dos candidatos para la realización de un cortometraje a un año vista[1]. Éste debía grabarse en Navarra, con una duración de entre quince y treinta y cinco minutos, que tuviera forma de video-ensayo/diario y, finalmente, que fuera una realización autónoma, sin necesidad de un equipo humano[2].

Si traigo a colación la génesis del proyecto, no es sino para dejar constancia de dos claves que no deben pasarse por alto. La primera es que el filme se circunscribe a una forma concreta de entender el documental que desde el festival navarro se reivindica. A grandes rasgos, esta postura defiende la superación progresiva de los pesados clichés que ahogan este género. Así, no es de extrañar que Punto de Vista no se conforme sólo con la búsqueda y exhibición de las películas pertinentes para la consecución de este objetivo, sino que apueste por la creación, y por ende, la materialización de esta idea fundacional a través de una producción propia, como es el caso que nos ocupa. En segundo lugar, y como apuntaba arriba, al proyecto le vienen impuestas unas restricciones concretas con el fin de dirigirlo a un terreno, aún yermo en este país, como es el del cine diario. Además, se retoma cierta aspiración al “underground”, que aboga por despegarse del aparato industrial y su característica división del trabajo profesional, reduciéndola al mínimo o incluso eliminándola.

Bajo este prisma general, Notas de lo efímero comienza con un intertítulo que, por su importancia tanto para la comprensión de los elementos formales como de contenido, paso a transcribir: “Entre el 20 de marzo y el 11 de abril de 2010 me alojé en la pensión Eslava, situada en el casco antiguo de Pamplona. Este cuaderno contiene los apuntes diarios grabados en la pensión y editados cada noche con una única condición: no revisar el montaje de los días anteriores. Un día, una página del diario”[3]. Estas palabras, además de presentar el filme, condensan las principales estrategias que se llevan a cabo para hacer posible, y plausible, la convergencia entre la práctica cinematográfica y la noción de diario.

Si existe una primera característica a destacar en este sentido, es la escrupulosa diacronía que impera a lo largo del metraje. Ésta funciona en dos niveles interrelacionados. Uno evidente, se explicita a través de la sucesión cronológica de los días. Que a su vez dividen la película en veintidós partes sostenidas por una clara estructura sintagmática.  El otro, más complejo e interesante, coloca la propia elaboración del filme dentro de este orden inscrito en el tiempo, disponiendo los mecanismos de producción de sentido dentro de la diégesis que estos mismos erigen.

Baste como ejemplo la primera jornada, en la que Chus Domínguez expresa su inseguridad y nerviosismo mientras graba los planos que dan inicio al filme. Pero, qué duda cabe que es en la obligatoriedad del montaje diario donde la imbricación entre el devenir del relato y el proceso de creación adquiere verdadera enjundia. A través de este particular proceso de ensamblaje se elimina todo margen posible de manipulación a posteriori y reescritura, con el fin de subrayar la subjetividad concreta en un día concreto. Desde este modo, no es extraño encontrar desde largas tomas contemplativas hasta la ausencia total de imágenes y sonidos equiparable a la típica “página en blanco” del diario escrito.

Esta presencia activa del autor se consolida mediante el uso de la primera persona a través de los subtítulos. Que aparte de reivindicarlo como tal, añaden la presencia de la grafía a la pieza. Como una huella real de un diario escrito que refuerza la equivalencia, inicialmente planteada desde el intertítulo, entre película-cuaderno, tomas-apuntes, secuencia-página.

Cabría añadir que esta particular construcción fílmica se asienta en un espacio bien definido: la pensión. Lejos de concebirse como un lugar sobre el que hablar, es el área desde donde se mira. De hecho, no es casual que todos los planos estén tomados desde el interior (salvo una salida fortuita de la ciudad). Incluso el exterior está grabado desde la ventana de la habitación. En esta dicotomía interior/exterior se hace especial hincapié en el flujo e intercambio de elementos que transitan de un espacio a otro. El huésped se convierte en el nexo principal entre ambos y adquiere un gran protagonismo no sólo por su presencia (como queda reflejado en los sugerentes retratos), sino también por su ausencia, brillantemente plasmada en servicio de limpieza de habitaciones[4]. De esta manera, la pensión es ese lugar privilegiado en el que todo ha pasado, pero también en el que todo está por pasar. Bajo esta perspectiva, no es aventurado concebirla como sinécdoque de la vida, que a su vez es el objeto predilecto del diario escrito. Vida que es inasible en su totalidad y efímera en su esencia. Notas de lo efímero da perfecta cuenta de esta desaparición visible.


[1] El estreno tuvo lugar en la ceremonia de clausura de la séptima edición del festival. Febrero de 2011.
[2] Información facilitada por Chus Domínguez vía e-mail para la elaboración de esta reseña.
[3] Segundo plano del filme tras el título.
[4] Idea que adquiere matices mucho más interesantes teniendo en cuenta que Chus Domínguez es un huésped más.

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Reseña en Cuadernos Caimán, enero 2012.

El títulos sintetiza el contenido: Notas de lo efímero es la asombrosa captación de esos instantes en los que la referencialidad genérica de nuestra realidad cotidiana da paso a la matización única; momento de plenitud de espacios, objetos y personas, para que la Pensión Eslava de Pamplona revela una estratificada geografía de universos simultáneos, su mobiliario se descubra como testigo de miles de experiencias vitales, y sus clientes transmitan tan solo con mirar a cámara en silencio, identidades plenas. Una búsqueda de las ocultas esencias de la realidad en el instante, único e irrepetible, en que se manifiesta en su superficie, tan escurridizas que solo permiten la escritura cinematográfica en forma de anotación, fe de vida de una existencia tan pasajera como transcendente.  Un trabajo de observación que exige expulsar los elementos de construcción para percibir la resonancia del acontecimiento perseguido. Así, la voz en off es sustituida por subtítulos en pos del sonido directo, a la espera de que esa latencia se materialice Cada plano aboca a un sinfín de cautivadoras y relevantes reflexiones cinematográficas de una belleza sobrecogedora. Lourdes Monterrubio.